lunes, 6 de diciembre de 2010

Masquerade


A veces intento saber que se cuece en las cabezas de las personas que me rodean, que componen mi mundo. Pero es muy difícil. La gente se encierra en su jaula de hipocresía y cinismo y no deja que nadie perturbe su perfecto y organizado mundo, ése que dicen tener. Me molesta que se coloquen una máscara, decorada con odio, rabia e indeferencia, dejándome fuera de su círculo.
Nunca he sabido la razón, tal vez porque nunca la he preguntado. ¿Debería? Tal vez no, es mucho mejor relevarse a su nivel e imitarles, no hay esfuerzo. Pero, qué demonios, me haré yo misma mi propia máscara, quizás así alguien se la quite y me pregunte por curiosidad.
Será que el gato mató a la curiosidad, que ahora yace entre mis manos como un pajarillo inerte. La curiosidad ha sido destruida, pero todos aportamos nuestra puñalada.¿Deberíamos dejar que vuelva a sonreir mientras espera la exterminación del gato?
A lo mejor. Yo creo que el mundo está lleno de detalles que nos perdemos por no ser lo bastante curiosos. No sé vosotros, pero yo me quito la máscara y me atrevo a ser ese valiente gato que indagó. Tal vez la curiosidad se alegre de que alguien vuelva a llamarla.

2 comentarios:

  1. Todos tenemos una máscara puesta: nuestra personalidad.

    ResponderEliminar
  2. En realidad, yo creo, que todos, en un momento o otro nos ponemos esa máscara, más que nada, para que no nos hagan daño..

    ResponderEliminar