sábado, 4 de diciembre de 2010

Sobre fotos e instantáneas.

 

Me senté en la cama, con el grueso álbum de fotos en las manos, esperando ser visto una vez más. Apoyé la espalda en la pared y coloqué el libro en mi regazo. Lo abrí con cuidado, casi como fuera a dejar escapar la más feroz de las bestias. Aunque, en cierto modo, los recuedos pueden ser la peores armas.
Me encantaba dejar salir las fotos de su compartimento y esparcirlas por la cama. Así nunca estaban en perfecto orden y la siguiente vez que lo abría parecía ser un álbum nuevo. Las iba cogiendo una a una, mientras me tumbaba bocabajo. Las observaba y sonreía. A veces me preguntaba a mí misma: "¡Mira! ¿Te acuerdas de ésta?" Las saboreaba, trasportándome a ese lugar, a ese momento que con un simple gesto se había tornado inmortal, conservándo lo éfimero.
Algunas eran antiguas, una "yo" mucho más pequeña y feliz, de mejillas sonrojadas y llenas de chocolate, con el pelo corto y rizado que tanto le gustaba a mi madre, y que tras años se volvió más liso.
Otras eran más actuales, con amigos, con familia, de mí misma en mis divertidos momentos de aburrimiento. Tras mucho buscar, encontré mi preferida.
Yo miraba a la cámara y sonreía, sujetando una gran piruleta roja con forma de corazón. Llevaba mi vestido favorito, uno color celeste y las trenzas desechas, tras horas de intenso juego con mi perro, que posaba junto a mí, con la lengua colagando y una mirada cómplice en nuestros ojos juguetones, como si él y yo guardásemos el mismísimo secreto de la amistad.
Sonreí en la soledad. Cuántas cosas habían cambiado desde aquellos tiempos, cuántas para bien y otras tantas para mal, haciéndonos caer y como consecuente, volvernos más fuertes. Cuánto habíamos crecido y cuántos amigos se habían perdido, ésos mismo que con una simple sonrisa juraron fidelidad, para traicionarnos, para marcharse por un buena razón, por un mal motivo.
Las fotos eran lo único que quedaban para poder recordar esos pequeños fragmentos de tiempo, esos segundos congelados en la eternidad.
¿Qué sería de nuestra vida sin fotos? ¿Sin poder recordar? Pero, seamos sinceros, muchas de ellas se perderán en el olvido, sin jamás ser recuperadas.

3 comentarios:

  1. Las fotos nos recuerdan y transmiten tanto...
    Un texto precioso :)

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  2. q deacuerdo estoy con Irina, m encantoo estas palabras y frases tan emotivas :(

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  3. Lo peor de las fotografías es perderlas y perder con ellas el pasado.
    Un texto maravilloso, <3

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